martes, 17 de junio de 2008

VIAJE AL SUR... EPISODIO UNO...

Nuevamente en Buenos Aires, nuevamente al teclado, nuevamente, el café, el mate y las facturas de 'La Exposición' (la panadería del barrio de mi oficina).

Hace quince días aproximadamente que no escribo, es que tuve una semana laboral agitada seguida de mi viaje a Bariloche. Viaje agitado de mudanza y emociones. Y hoy, nuevamente en el escritorio, vuelvo a mi catarsis redactiva.

Pasaron muchos días y tengo mucho para contarles, desde la Semana de la Ingeniería hasta mi viaje esquiva piquete. Es tanta la información acumulada que no se por dónde empezar... pero empiezo.

Después de una semana de entregas laborales y conferencias de ingenieros y el stand de Teccentro y del campeonato donde se disputaba quién era el poseedor de la bocha más lustrada... yo, quién les escribe, preparé los petates para llevar a Bariloche, debe ser que hace más de dos años que no paro de mudarme y de embalar, que veo un papel de diario y un plato y lloro, jajaja.

El jueves 5, preparé el bolso, embalé la vajilla, todo con ayuda de Sofi y Juanpi que entre nos... me veían sensible y paralizada y al unísono, cual hienas en el Rey León, en lugar de decirme Mufasa, me decían Mudanza, Mudanza, Mudanza. Cuestión hasta que terminé de armar el equipaje, se hiceron las 2:30 de la mañana.

El viernes 6, vine temprano a la oficina, pues tenía que terminar de formatear unos documentos antes de irme. A las 19:00 me tomé un radio taxi a Retiro, cargada hasta la nuca y ahí comenzó la travesía al Sur, corrí (es una forma de decir pues el peso de los bolsos no me permitían movilizarme agilmente, el peso y el no estado físico), saqué el pasaje, bajé y me senté a esperar hora y media a que salga el colectivo con destino Bariloche.

Una vez despachado el bolso, subí con mochila y otro bolso que contenía la vajilla, no sea cosa que después de tanto acarreo se rompiera todo. Me siento y ahí... llegaron los personajes del colectivo, siempre hay un personaje, en esta oportunidad eran dos, un matrimonio mayor que no paró de hablar los 1.600 km. Empezaron haciendo comentarios como... hay mosquitos, y deben venir de Misiones, y deben tener malaria (a quién se le ocurriría semejante observación negativa?!?!), fue ahí que supe que sus charlas iban a dar para un relato entero...

Continuaron con comentarios como... viste que a los choferes los hacen viajar, llegar y volver a salir... ahí es cuando ocurren las tragedias, mi cabeza que estaba en off, me enviaba mensajes de 'no escuches, no escuches', pero era inevitable. Hace muchos años, en un viaje a Porto Seguro con unas amigas, vivimos una experiencia similar, unas semanas después del accidente de Lapa tomamos el vuelo a Brasil y un papá le hacía comentarios similares a su hija, pueden creerlo?!?!?!. Encima el avión era de Dinar y dicen que Dinar compraba los aviones viejos de Lapa.

Volvamos a la antigua pareja del cole, pasaron por varios tópicos negativos hasta que finalmente terminaron sacando los trapitos al sol... si el matrimonio dura hasta que la muerte los separe... más que un comentario sobre el peligro de los choferes que viajan sin descanzar, creo que era una expresión de deseo... pues uno terminó diciéndole al otro que le había amargado el viaje, que se calle (todos pensábamos lo mismo) y que no le vuelva a hablar del tema, el viaje recién comenzaba y este matrinomio ya estaba con el viaje arruinado.

La conversación no terminó ahí, pese al no me hables más... siguió cual city tour, desde Retiro hasta que nos dieron la cena, comentaron por cuanto rincón pasamos, digan que estaba con la tele a medio apagar y en cuanto terminé de cenar se me cerró la persiana y dormí hasta la mañana siguiente, porque calculo que hasta cuando dormían seguían peleando.

Pero sus comentarios no fueron los únicos negativos, ni bien subimos, al preguntarle al chofer a qué hora estaríamos llegando, éste me dice... puede ser que tardemos 24 horas o más poque hay cortes, y el panorama no pinta bueno. Ya me hacía la idea de llegar a cualquier hora, estaba entregadísima, sólo tenía que llamar al Chino y decirle que vayan al cumple de Mateo que no iba a llegar a soplar las velitas.

Calculo que fue mi deseo de comer una de las tortas de Caro, que se abrieron las rutas y pudimos pasar por un camino de tierra que hizo que esquivemos el gran corte, así que finalmente pude llegar a horario, y ahí estaban el Chino, Tiziana la bola, la Chinita y Matilda (que se encotraba muy cómoda en el interior de Tizi, sin ánimos de salir para que la tía de la Capital la conociera al llegar al mundo).

Como les decía, tengo para seguir relatando, así que dividiré mi viaje en varios episodios, cual Guerra de las Galaxias... pues soy una Estrella, jajaja.

Besos

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